Strategic thinking

Odio Ryanair


Odio Ryanair.
No lo odio por las razones que pueden parecer obvias. Lo odio porque me parece una metáfora muy acertada del futuro.
Desde luego, hay muchas razones para odiar una forma de viajar que elimina todo el encanto que tenían los viajes en avión. Sus empleados la odiarían si no fuera porque las alternativas son escasas. Sus clientes la odiamos porque su página de reservas es deliberadamente confusa para que siempre cometas algún error que te cuesta dinero, porque te tratan como a una presa a la que desplumar con un reclamo llamativo más que lidiar contigo de frente. Todos odiamos la prepotencia con que tratan de imponer sus criterios sobre la posibilidad de llevar más o menos bultos, sobre los plazos, la necesidad de ajustarse a unas medidas restrictivas hasta lo absurdo y la explotación del negocio más allá del trato que, hasta hace poco, considerábamos humano.
Pero Ryanair es el futuro.
No es el futuro de la aviación comercial de pasajeros. Al menos no sólo ese futuro. Es evidente que, desde su aparición, el resto de las compañías han tenido que imitar alguno de sus métodos para poder ser competitivos. No me cabe duda de que la aviación de pasajeros de dentro de unos años se parecerá más a un viaje en los autobuses Greyhound, esos de las películas, que a los anuncios de la TWA de hace unas décadas. Por mucho que anuncien nuevos modelos de aviones con un grado de confort superior, al final, el futuro parece claro.
Algunos lo vieron antes. Pepiño Blanco, por ejemplo. Un visionario.
Vamos hacia un mundo marcado por las mismas ideas que aplica Ryanair. Suprimimos lo superfluo, fruto de un Estado del Bienestar entendido como "tengo derecho a todo gratis", suprimimos lo ineficiente, fruto de las consecuencias de haber estado teniendo lo superfluo del malentendido Estado de Bienestar, ajustamos hasta límites ridículos lo necesario.
Al final, llegamos a la conclusión de que la globalización existe e influye. (Curioso, el procesador de textos -nombre genérico del tipo de aplicación que es Word, para los más jóvenes que tienden a considerar que nunca hubo otra forma de escribir- sigue sin reconocer la palabra "globalización") Existe porque podemos sentir sus efectos. Si se me permite una segunda disgresión en el mismo párrafo, igual que los del Cambio Climático, por mucho que a algunos les pueda seguir interesando ignorar la realidad.
Empezaré párrafo nuevo, sin más disgresiones. La globalización nos obliga a considerar horizontes mucho más amplios de aquellos a los que estábamos acostumbrados. De forma inmediata nos da por pensar en los mercados y en como los chinos, claro está, producen más barato que nosotros y, por lo tanto, afectan a los precios de todo el mundo. Bueno, después de todo, son la quinta parte de la Humanidad. Parece lógico que tengan una influencia de, más o menos, un 20% a escala global. Cosa que no tienen. (al final, no pude evitar pasarme a otro tema).
Si vamos un poco más allá de lo evidente, está claro que, para producir algo que también se fabrique en China tendremos que hacerlo con unos estándares de calidad o de precio que sean comparables, al menos, con los de los productos que llegan desde allí. Si no conseguimos hacerlo, no venderemos nuestra mercancía, porque todo el mundo comprará la suya.
Igual que, como decíamos, Ryanair desplaza a muchas competidoras del mercado ofreciendo un producto que cumple unos requisitos mínimos de calidad a un precio mucho más bajo. Esto, desde luego, es algo insufrible e inaceptable para las compañías de bandera de los países, acostumbradas a no tener competencia, a vivir de medidas políticas y subvenciones.
Después nos daremos cuenta que, para producir a esos precios, necesitamos revisar las condiciones de trabajo de nuestro personal y, posiblemente, el control de calidad de nuestro producto o la forma de ofrecerlo. Es posible que tengamos que prescindir de sofisticados envoltorios. Es también probable que necesitemos reconsiderar el valor añadido que ofrece el etiquetado exhaustivo y la presentación cuidada del producto, las fechas de caducidad y tantos otros logros que, al no estar en la etiqueta del precio, pasan mucho más desapercibidos.
Claro que podemos sufrir una diarrea cada dos o tres años por consumir un producto que no reúne todos los estándares de calidad que nos habíamos -conviene recordarlo- autoimpuesto. Pero, mientras tanto, nos habremos ahorrado una cantidad de euros que podemos contar. La diarrea es un efecto diferido en el tiempo que puede producirse o no.
Entonces empezaremos a plantearnos la necesidad de tanto control, de tanta autoridad europea y de otras muchas cosas. Como nos habíamos pasado "tres pueblos" en cuanto a nuestros requisitos, ahora tenderemos a quedarnos cortos, al menos unas cuantas aldeas.
Seguiremos con el tema de los Derechos Humanos. Al final va a resultar que los DDHH no eran tan universales. Sí como declaración de intenciones y como excusa para imponer sanciones, pero no cuando de lo que se trataba era de producir barato para nuestras propias empresas. Y, cuando ya no se puede engañar a los chinos como a tales, tendremos que acostumbrarnos a engañar a los nacionales. Al fin y al cabo, cada persona "rica" necesita un número mínimo de "pobres" que trabajen y vivan de forma "sub-estandard" (me encanta la expresión, una de las muestras de cinismo más logradas). Esas personas pueden vivir en China o en Móstoles, pero tienen que estar ahí.
Es cuestión de lógica.
Por eso odio Ryanair. Porque me anuncia cómo va a ser el futuro próximo. Se engañan los que piensan (o, mejor, no piensan para seguir creyendo en cuentos de hadas) que estamos en un bache pasajero y que las cosas volverán más o menos pronto a ser como eran. Hemos cambiado de tendencia. Ese puede ser el verdadero significado -si tuviera alguno- del cambio de ciclo maya. Lo apuntaba en un post anterior. La globalización introduce fuerzas poderosas pero, sobre todo, cambia radicalmente la forma en la que tenemos que interpretar los signos.
No sólo ha cambiado el mensaje, también ha cambiado el lenguaje en que está escrito.

La Estrategia Española de Seguridad

(De la conferencia impartida en el CESEDEN en octubre de 2011)

La Estrategia Española de Seguridad (EES) es el primer documento de su clase que se edita en España. Sigue, en este sentido, la línea marcada por otros países occidentales que llevan años definiendo con periodicidad variable la implicación de las distintas Administraciones y Organismos en la Seguridad nacional. El documento, elaborado por un equipo multidisciplinar coordinado y dirigido por el Dr. Javier Solana, difiere de los de otros países en su longitud, mayor que la de la mayoría de los otros. Esta circunstancia puede deberse a su carácter de primero de su clase en nuestro país y a la necesidad de definir conceptos que, en otras Estrategias Nacionales, están ya asentados después de distintas ediciones de la misma.

Como veremos, el hecho de que Javier Solana estuviera al frente del equipo que elabora la EES permite que la misma esté perfectamente alineada con las de las principales organizaciones de Seguridad a que pertenece España y en las que la experiencia de Solana – que dirigió también la elaboración de la Estrategia Europea del 2.003 y cuya impronta está presente en el Nuevo Concepto de Seguridad de la OTAN.
La EES es consecuencia de la intervención del Presidente del Gobierno durante el discurso de investidura en el cual anunció su elaboración durante la misma. Sin embargo, distintas circunstancias han ido retrasando hasta este verano su publicación pese a que su redacción estaba terminada, como estaba previsto, a finales de Noviembre del año pasado. A los condicionantes políticos internos de España hay que añadir el ritmo frenético de los acontecimientos mundiales de los últimos años y, en particular, de los últimos meses. La confluencia de la crisis financiera con la económica que se desató a consecuencia de aquella y con las revueltas que siguen teniendo lugar en muchos lugares del mundo árabe vecino de nuestra región.
El principal valor de la EES respecto de las Directivas de Defensa Nacional que marcan la pauta a seguir por el Ministerio de Defensa estriba en su carácter pluri-ministerial. Evidentemente, en este sentido, está a un nivel superior respecto de la Revisión Estratégica de la Defensa o el Libro Blanco de la Defensa de 2.000. Mientras que todos estos documentos hablan exclusivamente de defensa y de las responsabilidades del Ministerio de Defensa, la Estrategia comprende distintos los aspectos de la Seguridad y es, por lo tanto, más amplio.
Se trata, como señala en múltiples ocasiones, de un documento que pretende establecer una aproximación integral a la seguridad en España y determinar la aportación de cada uno de los distintos actores, estatales o no, a la misma. De algún modo, pretende ser un documento de referencia para generar políticas concretas en los distintos organismos y una guía a la hora de definir las prioridades nacionales en materia de Seguridad.
Igualmente, su vocación de permanencia en el tiempo – que expresa con un horizonte temporal de diez años y de cinco para una posible revisión intermedia – permite, por primera vez, albergar esperanzas de que la Seguridad se convierta en asunto de Estado por encima de los criterios concretos de los partidos.
Lejos de ser el final del camino, la EES supone la base sobre la que construir las estrategias concretas para cada política trasversal, para cada región de interés para España y para cada ministerio.
Su sub-título, “Una responsabilidad de todos” deja muy claro que su valor trasciende al Ministerio de Defensa e, incluso, al Gobierno mismo para abrir las puertas a la participación de las autoridades autonómicas, provinciales y locales así como a ONG, empresas y particulares en un esfuerzo sinérgico por dotar a nuestro país de una estabilidad y de una visión a largo plazo.
La EES comienza con un Resumen Ejecutivo y una justificación de la necesidad de su existencia. Este capítulo – innecesario en documentos equivalentes de otros países que están más asentados y han visto ya distintas versiones – no presenta una excusa para su ejecución sino que hace sentir que la excusa es necesaria para justificar su inexistencia hasta el momento.
Pretende la EES “analizar las amenazas y riesgos a nuestra sociedad, identificar líneas de respuesta y definir mecanismos de coordinación” en un esfuerzo sin precedentes a este nivel. Analizar las amenazas supone definir aquellas vulnerabilidades que presenta nuestra seguridad ante la acción de un agente externo o interno. Definir los riesgos exige identificar aquellos puntos débiles que pueden suponer un peligro en caso de catástrofe natural o accidental. La visión de la seguridad que se ofrece va mucho más allá de la de una defensa frente a un enemigo externo para adentrarse en una mezcla de los conceptos de security y de safety; una seguridad global que nos proteja contra la acción de un agente con voluntad propia tanto como de accidentes o de los elementos.
La identificación de líneas de respuesta busca definir pautas de comportamiento o de actuación genéricas para que cada administración, organismo, empresa o particular tenga una referencia sobre cual es la actuación que se considera más eficaz. Definidas estas líneas de respuesta, procede establecer aquellos mecanismos que permitirán la coordinación de las actuaciones concretas de cada uno de estos actores para aprovechar las posibles sinergias existentes y para evitar interferencias entre ellos.
El desarrollo por parte de cada uno de los actores de sus propias propuestas y el papel que jugarán los organismos que se crean para coordinarlas será crucial para el éxito futuro de la Estrategia.
En este sentido, aunque poniendo por delante al Gobierno y al conjunto de las Administraciones públicas a todos los niveles, la EES hace hincapié en la necesidad de que la sociedad en su conjunto se implique en la seguridad que, afirma, es responsabilidad de todos.
Más adelante vuelve a incidir en este aspecto aunque esta vez poniendo el énfasis en la necesidad de que la colaboración sea tanto a nivel interno, entre los distintos actores sociales nacionales, como a nivel internacional. En este sentido, la EES destaca el papel que tanto la Alianza Atlántica como la Unión Europea representan para la Seguridad en España.
La EES no deja de ser un documento político y, para lo bueno y para lo malo, está muy influenciado por las circunstancias concretas del momento histórico en que ha sido redactada. Esto debe ser así para que pueda responder a las amenazas y a los riesgos actuales pero, al mismo tiempo, condiciona los contenidos y los puntos de vista que expresa. Inevitablemente, es también el producto ofrecido por un Gobierno concreto que, aunque buscando el consenso con el resto de las fuerzas políticas, refleja en él su propia visión de la realidad y pretende ser coherente con los pasos dados hasta el presente al tiempo que marcar las pautas para el futuro.
España, se reconoce en la EES, tiene intereses globales que defender y amenazas y riesgos transnacionales que afrontar. La actual participación española en misiones como la del Líbano o la que tiene lugar contra la piratería y en defensa del Programa Mundial de Alimentos en el Cuerno de África – la misión Atalanta – quedan recogidas en la EES. Igualmente, la lucha contra el terrorismo y el favorecimiento de la gobernanza mundial pueden interpretarse como intereses que defender y amenazas que afrontar y justificar, de este modo, la presencia española más allá de nuestras fronteras para preservar nuestra seguridad.
La EES no pretende ir más allá para definir qué tipo de intereses habrá que defender o cuáles son las amenazas transnacionales que justifican la presencia de nuestras Fuerzas Armadas en el extranjero pero cabe deducir que aquellas que se recogen en el cuerpo de la publicación entrarían dentro de esta categoría.
Para ello, se reconoce igualmente la necesidad de adaptación orgánica y normativa de las Administraciones Públicas. Se deja así de vaga la restructuración que debe de tener lugar pero de la lectura completa del documento se pueden extraer algunas conclusiones que afectarían al conjunto de las administraciones públicas y, sin lugar a dudas, a los organismos más directamente implicados en proporcionar seguridad a la sociedad. Cabe inferir que tanto las Fuerzas Armadas como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado deben entrar en un proceso de adaptación a este nuevo concepto de seguridad global y que tendrán que asumir nuevas funciones según vaya desarrollándose la EES.
La creación de un Consejo Español de Seguridad se prevé como agente líder en este proceso de adaptación.
Cabe enfatizar el hecho de que la EES menciona que la adaptación deberá ser orgánica y normativa. Evidentemente, cuando lo expresa así, pretende ir más allá de decir que a la adaptación orgánica seguirá la correspondiente de la normativa que recoja estos cambios. Se puede pensar con buenos motivos que ambas reformas se irán desarrollando de forma paralela con el objetivo de hacer frente a riesgos y amenazas de nuevo cuño o apoyadas en unas tecnologías que las hacen diferentes de aquellas para las que organismos y normativa estaban diseñados. Cabe pensar, por ejemplo, en una regulación específica del Ciberespacio que permita crear un entorno seguro donde operar o de una redistribución de las funciones de algunas partes de la Administración de modo que se aprovechen las sinergias posibles entre ellas.
La estructura de la EES, a partir de su Resumen Ejecutivo y de la justificación de su existencia, se divide en cuatro apartados principales que van analizando sucesivamente LA SEGURIDAD DE ESPAÑA EN EL MUNDO. La Seguridad nacional no puede, como hemos visto, entenderse como desvinculada del resto del mundo cuando estamos en un ambiente globalizado en el que todos los factores en todos los países se influencian mutuamente. España necesita un mundo seguro para poder estar segura ella misma.
A continuación se definen los POTENCIADORES DEL RIESGO. En un mundo globalizado, los pequeños detalles se convierten en grandes problemas en función de circunstancias sobre las que podemos ejercer un pequeño control o ninguno en absoluto. Identificar las políticas nacionales respecto de determinados aspectos como el cambio climático o el desigual reparto de la riqueza contribuye poderosamente a nuestra seguridad.
Las AMENAZAS, RIESGOS Y RESPUESTAS a ambos propiamente dichos se tratan en el siguiente capítulo. Recordemos que estamos hablando de una multiplicidad de factores y que difícilmente se van a presentar de forma individual o separada de los demás.
Finalmente, la EES define un MODELO INSTITUCIONAL INTEGRADO; para ello prevé la creación – en algunos casos ya ha tenido lugar – de organismos para la coordinación o la gestión de los riesgos y amenazas. Se trata de un conjunto de organizaciones de alto nivel que conducirán la adaptación orgánica y normativa a que hacía mención antes.
Veremos, finalmente, como la EES está incardinada dentro de las estrategias y las políticas de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica así como cómo es similar a las de los países de nuestro entorno.
LA SEGURIDAD DE ESPAÑA EN EL MUNDO, primera de las cuatro partes principales del documento.
A modo de introducción en la situación de España en el mundo se nos empiezan por describir las peculiaridades de España y la necesidad de atender a su propia Seguridad. España tiene una responsabilidad para consigo misma, el Gobierno para con sus ciudadanos, pero también éstos consigo mismos; pero también tiene que tener en cuenta que forma parte de un mundo globalizado en el que las amenazas y los riesgos se comparten en muy buena medida por parte de todos. No sólo tiene España que asegurar su propia seguridad sino que tiene que contribuir a la del mundo en general. Por un lado, evitando exportar riesgos a nuestros vecinos y, por otro, ayudando a aquellas naciones en problemas, incapaces de gobernarse a sí mismos o de proporcionar a sus ciudadanos el grado de seguridad adecuado, a acceder a los medios y a los procedimientos para conseguir su propia seguridad.
Como primer referente, España está enmarcada dentro de la Unión Europea, con la que se siente identificada y a la que pertenece culturalmente. La influencia mutua en todos los órdenes que ejerce Europa en España y viceversa se deja notar en la EES y en las políticas comunes que se basan en valores compartidos.
No obstante, buena parte de nuestra seguridad está depositada en la alianza con los Estados Unidos a través de la OTAN. España reconoce el valor de dicha Alianza como instrumento para construir un mundo más seguro y valora el papel de los Estados Unidos dentro de ella y del mundo en su conjunto.
Destaca también la EES la importancia de Rusia en un puesto privilegiado en su texto que equivale al que ocupa geopolíticamente respecto de Europa. La necesidad de incrementar los vínculos con la Federación Rusa en materia de seguridad se traduce en múltiples facetas de la misma, desde la energética a la mediambiental o a la antiterrorista pasando por la lucha contra la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva.
Para España, sin embargo, tiene una especial trascendencia el vínculo que mantenemos con los países de Iberoamérica y con la población hispana del otro lado del Atlántico. El incremento de la colaboración con ellos resulta fundamental. No hay que olvidar que, aparte la identificación que sentimos con ellos por nuestro pasado común, la relación entre España y Sudamérica se ha estrechado últimamente con el incremento del flujo comercial pero también con el aumento del número de ciudadanos de aquellos países que han buscado establecerse en el nuestro. A nuestra preocupación por el bienestar y la seguridad de los pueblos de América Latina hay que unir la resolución de problemas que compartimos como puede ser el narcotráfico y el crimen organizado.
La EES describe a continuación nuestra relación con otra de las regiones clave para nuestra seguridad. El Magreb, zona convulsa en los últimos tiempos, es una referencia en nuestra política exterior y también es clave para nuestra seguridad. No sólo la proximidad geográfica, sino también la cultural y la dependencia que, en muchos aspectos, mantienen los países de ambas riberas del Mediterráneo, son cruciales en el esquema general de nuestra seguridad colectiva.
Más al Sur, el África Subsahariana cobra relevancia creciente en los últimos años como lugar de procedencia de un número importante de emigrantes, foco de inestabilidad y terrorismo, ruta del narcotráfico y reserva de recursos energéticos y minerales. España necesita estar presente en África.
Por último, la presencia de nuestras tropas en Afganistán y el Líbano en el corto plazo y el desplazamiento del centro de gravedad geoestratégico hacia la región indo-pacífica acrecientan el interés y la influencia que tiene Asia en nuestra seguridad.
En un mundo globalizado, la gobernanza nacional resulta fundamental pero no es suficiente para garantizar la seguridad. Las Organizaciones Internacionales a las que pertenece España deben transformarse y adaptarse a los tiempos para ser capaces de proporcionar una gobernanza mundial consensuada y para ayudar a aquellos países con problemas internos a alcanzar una situación estable que contribuya a la estabilidad general.
En resumen: “España es una potencia media europea con características propias, tiene intereses globales que defender y fomentar, y puede tener que comprometerse con actuaciones lejanas. La acción exterior del Gobierno se complementa con la actividad de las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales, y con la sociedad civil y el sector privado.”
La EES marca también en este capítulo lo que se consideran los INTERESES NACIONALES que define como La vida, la libertad, la democracia, el bienestar y el desarrollo de sus ciudadanos en primer lugar.
Enlaza después la misión que las Reales Ordenanzas encomiendas a los miembros de las Fuerzas Armadas, señalando la Soberanía, integridad territorial, ordenamiento constitucional, de forma casi literal a como se recoge en aquellas pero añadiendo la seguridad económica, probablemente fruto de las circunstancias presentes que viven el mundo económico y financiero.
Por último, incluye un Entorno pacífico y seguro como respuesta a la Globalización que lo hace necesario como requisito para los anteriores.
En los mismos intereses está implícita de nueva la idea de una seguridad global, entendida como base para el progreso y la felicidad, el bienestar y el desarrollo. Se abandona la idea de una Seguridad ligada exclusivamente a la Defensa para incorporar un ambiente propicio general.
Como hemos visto, todo ello se desmenuza en detalle para las Regiones de Interés que ya mencionamos antes.
Para enfrentarse al reto que supone la Seguridad en España y en el mundo, la EES establece una serie de principios de actuación de la política española en este sentido.
Para empezar, la actuación internacional de nuestro país tiene lugar dentro del marco europeo y las iniciativas que se adopten deben estar consensuadas con nuestros socios comunitarios para lograr que sean lo más eficaces posible. La virtual desaparición de las fronteras al tráfico de bienes, personas y servicios supone la aplicación del Tratado de Schengen hace que la seguridad en cada uno de los países europeos sólo pueda entenderse como contribución a la seguridad del conjunto de ellos.
Lo que es más, España apuesta por un multilateralismo efectivo que dé cabida a multitud de actores y que permita la contribución de todos a la consecución del objetivo común de conseguir un mundo más seguro y estable. Todo ello respetando la legalidad internacional y buscando la legitimidad de las acciones emprendidas; lo que no obsta para que, al mismo tiempo, se pretenda potenciar la reforma de aquellas instituciones internacionales que lo precisen para que este multilateralismo pueda hacerse efectivo.
Dentro de estas actuaciones que se llevan a cabo en conjunción con la política europea en su conjunto, la construcción de la Paz tiene un carácter muy relevante en la EES. La Paz es una condición previa a la seguridad y a la libertad de las personas y su ausencia da lugar a Estados frágiles o fallidos que exportan inseguridad al resto del mundo. España está comprometida con la Paz como vehículo para alcanzar la seguridad.
En sus intervenciones tendrá en cuenta la necesidad de proteger a los civiles y actuará según el principio de la Responsabilidad de Proteger.
El segundo capítulo de desarrollo de la EES nos acerca a los elementos potenciadores del riesgo. Recordamos que no se trata de amenazas o riesgos en sí mismos sino de aquellos condicionantes que están modificando las circunstancias normales en que se producen aquellos.
El primero de los que nos presenta tiene que ver con las DISFUNCIONES QUE INTRODUCE LA GLOBALIZACIÓN.
Ya hemos mencionado antes la necesidad de potenciar una GOBERNANZA GLOBAL efectiva que sea representativa de la humanidad en su conjunto y que apoye la estabilidad en cada uno de los países de modo que el clima general sea propicio a las relaciones pacíficas entre los distintos actores.
Evidentemente, los desequilibrios macroeconómicos condicionan esta estabilidad. Las balanzas comerciales excesivamente desequilibradas ponen en peligro la convivencia pacífica de los Estados; Estados que, por otro lado, cada vez tienen más limitada su capacidad para actuar por sí mismos ante la dimensión multinacional que adquieren los problemas y la movilidad que la Globalización permite a los generadores de riesgos y amenazas.
Los DESEQUILIBRIOS DEMOGRÁFICOS que siempre han existido de algún modo ven acentuada su importancia por la creciente movilidad de las personas.
El crecimiento experimentado en las poblaciones de los países en desarrollo, cuyas pirámides poblacionales reflejan unas medias de edad en el entorno de la veintena, con un alto índice de desempleo y un desencanto creciente contrastan con el envejecimiento de las poblaciones de muchos países desarrollados y de otros, como China, que se están incorporando a esta categoría progresivamente. Este envejecimiento pone en riesgo los modelos de cohesión social y amenazan con hacer insostenible el Estado del Bienestar en una Europa cuyo crecimiento demográfico depende en exclusiva de la inmigración. Estas migraciones son, por otro lado, vistas como una amenaza por algunos sectores de la población; sobre todo cuando presentan problemas de integración con las poblaciones de destino. De ahí resultan problemas de racismo y xenofobia entre ambos grupos de población que generan tensiones sociales y disturbios como los que se han vivido recientemente en varios países europeos.
La pobreza y la desigualdad no son algo exclusivo, por lo tanto, de países en vías de desarrollo. Nuestras sociedades avanzadas también presentan bolsas de marginalidad que suponen un claro riesgo de desestabilización.
La falta de oportunidades supone un freno a las posibilidades de progreso y un riesgo a la estabilidad de las sociedades. El diferencial de renta que existe entre las dos orillas del Mediterráneo es el mayor del mundo y uno de los potenciadores de los fenómenos migratorios y de la percepción de injusticia en la ribera Sur. La falta de integración y la injusticia – siquiera sea percibida – generan radicalismo y amenazas dentro y fuera de nuestros países.
Los países menos desarrollados económicamente son, además, los más afectados por el CAMBIO CLIMÁTICO.
A estas alturas, está fuera de toda duda que se están acentuando tendencias climáticas que van a modificar el patrón de precipitaciones y a incrementar las temperaturas medias de algunas regiones del Planeta. Si bien no todas se van a ver afectadas del mismo modo, aquellas donde ya existen problemas de falta de agua o de recursos alimenticios serán precisamente las que más sufrirán las consecuencias del llamado calentamiento global.
Estados que se encuentran ya en el límite de sus posibilidades verán como se reducen los recursos disponibles y se incrementan los precios de los alimentos que importan. El cambio más o menos permanente de las condiciones climáticas dará lugar a refugiados medioambientales que, previsiblemente, serán uno o dos órdenes de magnitud más numerosos que los económicos a los que estamos tristemente habituados.
Las condiciones de pobreza y desesperación debilitarán a los Estados con la consiguiente amenaza de su colapso y el riesgo de contagio a las regiones adyacentes.
La tecnología, base del crecimiento y del progreso, no está exenta de peligros derivados del mal uso de la misma. Los mismos instrumentos que pueden utilizarse para multiplicar la producción y el progreso tienen aplicaciones más perversas.
La utilización del Ciberespacio por parte de grupos e individuos con fines criminales lleva tiempo siendo una amenaza que crece según nuestra dependencia del mismo aumenta. Las tecnologías científicas que tanto contribuyen a nuestro progreso y seguridad también corren peligro de ser utilizadas con fines ilícitos.
Para su acometimiento es necesario establecer una relación institucional entre las Administraciones y los desarrolladores y distribuidores de estos servicios que asegure su correcta utilización.
Finalmente, el surgimiento de modelos de desarrollo que no están basados en los valores democráticos
Y de ideologías extremistas en nuestras propias sociedades dan lugar a disfunciones del sistema que nos llevan a un ambiente menos seguro y, potencialmente, desestabilizante.
Las amenazas y riesgos concretos que contempla la EES y las respuestas que prevé a los mismos se recogen en el siguiente capítulo del documento.
Empieza por el más clásico y aquel que más directamente afecta a las Fuerzas Armadas por ser, probablemente, el que mayores efectos puede tener.
Los conflictos armados exigen la actuación antes, durante y después de los mismos. Se pretende prevenirlos en la medida de lo posible antes de la intervención y asegurarse de que la situación final del país es lo suficientemente estable como para no volver a suponer una amenaza como consecuencia de la falta de gobernanza resultante del mismo conflicto. Para ello será necesario aplicar una aproximación integral en la que se encuadren todos los medios diplomáticos, de defensa y de colaboración.
Las Fuerzas Armadas deberán disponer de los medios adecuados a la misión y ser polivalentes, desplegables, flexibles e interoperables entre ellas y con las de nuestros aliados.
La gestión de los conflictos comienza con una adecuada disuasión y anticipación que, en la medida de lo posible, los evite.
El terrorismo, tanto el nacional como el global, debe combatirse con los criterios expresados en la estrategia europea al respecto que prevé la PREVENCIÓN, PROTECCIÓN, PERSECUCIÓN y DISUASIÓN como sus líneas de acción.
En la lucha contra el terrorismo, España privilegia el respeto a los Derechos Humanos. No se puede llevar a cabo una lucha eficaz contra el terror a costa de perder los valores propios que se pretenden defender.
El crimen organizado aparece frecuentemente asociado al terrorismo con el que comparte zonas y, en ocasiones, medios. La mejora de la inteligencia y la coordinación entre los distintos organismos nacionales e internacionales será clave para su combate. Los grupos y organizaciones criminales y las Administraciones están inmersos en un proceso constante de adaptación que implica la necesidad de adecuar los instrumentos jurídicos que se ponen a disposición de la sociedad.
La inseguridad económica y financiera es, por sí misma, un riesgo además de un potenciador de los mismos. Asegurar un desarrollo sostenible será crítico para evitar crisis periódicas que desestabilicen el sistema.
España, más aún que nuestros socios europeos, es altamente dependiente en materia energética. No podemos sentirnos seguros si no tenemos garantizado el acceso a los recursos energéticos que necesitamos para nuestro desarrollo. Para mitigar el problema deberemos diversificar nuestras fuentes energéticas e incrementar la interconexión con nuestros vecinos, implementar medidas de ahorro y eficiencia energética y liberalizar los mercados para aumentar la oferta.
Una parte muy significativa de nuestros suministros llegan por vía marítima o a través de gasoductos submarinos de modo que la protección de nuestras costas y de las rutas comerciales internacionales, estén donde estén, será primordial para garantizar que nuestro acceso a los recursos se mantiene expedito.
Países como Irán o Corea del Norte están desarrollando programas nucleares que podrían llevar – o, en el caso de Corea, han llevado, - a la fabricación de armas atómicas. Unido al desarrollo de misiles de creciente alcance y precisión, este proceso supone un factor desestabilizador para nuestro mundo. España apoya la supresión paulatina de los arsenales nucleares y el Tratado de No Proliferación de armas de destrucción masiva para hacer de éste un mundo más seguro.
Las amenazas cibernéticas se incluyen en todos los documentos relativos a seguridad que se publican en la actualidad. La necesidad de una legislación nacional e internacional que permita actuaciones efectivas, de una colaboración entre las Administraciones públicas y las entidades privadas y la concienciación de los usuarios es la clave. Los organismos encargados deben elaborar mapas de riesgos, catálogos de expertos y de recursos que faciliten el acometimiento de las amenazas tan pronto como se presenten.
La inseguridad económica, los conflictos armados y el cambio climático generan a su vez FLUJOS MIGRATORIOS difícilmente controlables que requieren de la colaboración de aquellos organismos oficiales encargados de regularlos como de las ONG que se han impuesto la labor de aliviar el sufrimiento de los migrantes y el sector privado que tiene un importante en cuanto a la integración de los emigrantes legales una vez en Europa. Ya hemos hecho alusión a esta integración y a los peligros de radicalización y terrorismo que entraña el que no se produzca de forma adecuada. Estamos viendo como son las segundas y terceras generaciones de migrantes las que provocan los mayores problemas en nuestras ciudades; el caso de los banlieues franceses es paradigmático al respecto.
Las EMERGENCIA Y CATÁSTROFES, naturales o no, pasan a formar parte de las preocupaciones que el Gobierno tiene respecto de la seguridad de sus ciudadanos. Escenarios como el de la Central Nuclear de Fukushima Daiichi ilustran a la perfección la necesidad de mejorar los mecanismos de reacción, tanto física como jurídica, al tiempo que proporcionan un ejemplo de cómo una catástrofe natural puede degenerar en un problema ambiental y/o sanitario. Ante estos problemas es necesario adoptar una cultura de la prevención pero, por otro lado, será importante ser capaces de recuperarse convenientemente una vez sufrido el hecho. El concepto de RESILIENCIA, de resistencia adaptativa, de capacidad para ofrecer una cierta resistencia ante un ataque pero, al mismo tiempo, ser capaz de regenerar los daños cuanto antes, se incorpora al vocabulario de los expertos en seguridad en casi todos los ámbitos.
Por último, la necesidad de proteger las INFRAESTRUCTURAS CRÍTICAS lleva tiempo manifestándose ante la posibilidad de un ataque o un accidente que paralizase a la nación por afectar a recursos indispensables para su funcionamiento. Ataques cibernéticos como el del virus Stuxnet a las centrifugadoras de enriquecimiento de Uranio de Irán han vuelto a traer a primera fila la importancia de esta protección. A las infraestructuras tendremos que añadir igualmente los suministros y los servicios esenciales en que se basa el funcionamiento de la Nación.
El último apartado de la Estrategia propone un MODELO INSTITUCIONAL INTEGRADO que evite duplicidades, compartimentación y solapes entre las distintas ramas de la Administración y aproveche las sinergias lo mejor posible.
La mejor coordinación deberá llevarse a cabo a base de un seguimiento de los hitos y marcadores que se establezcan y una evaluación periódica de los resultados.
De nuevo incide la EES en la colaboración y la cooperación entre los distintos actores para dar paso a una relación de nuevos y menos nuevos organismos que centralicen las actuaciones y que sería demasiado prolijo tratar por separado.
Como apuntábamos, la coherencia entre la EES y los documentos equivalente de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica es, salvando las diferencias temporales y las derivadas de que unos sean organizaciones supranacionales y España una nación única, insignificantes.
No puede ser de otro modo cuando el mismo Javier Solana ha estado implicado en ambas organizaciones y ha sido el coordinador del trabajo español. España se apoya y apoya a su vez a la UE y a la OTAN a las que considera fundamentales en el contexto actual de seguridad.
Como posible crítica a la EES podemos apuntar su excesiva longitud. El documento de más de ochenta páginas resulta demasiado prolijo en algunas de sus explicaciones y aborda algunos temas de un modo algo confuso; aunque es cierto que la Globalización hace que la relación existente entre cada uno de los distintos aspectos forme un enjambre de conceptos difícil de ordenar.
Aunque menos que la británica, la EES aprovecha para “vender” algunos de los logros y de las políticas del Gobierno concreto que la redactó y se dedica, en ocasiones, a justificar esas políticas durante algunos párrafos. Por otro lado, deja sin desarrollar específicamente algunos aspectos que pudieran ser controvertidos como el de los recursos hídricos, que podrían tener lectura en clave nacional, a pesar de incluirlos en otros apartados como el del desarrollo o el del medio ambiente.
He querido reservar para el final la frase que creo resume mejor el espíritu de la EES y la realidad de la Seguridad mundial: “Los límites de la seguridad interior y la seguridad exterior se han difuminado. (…) Sólo un enfoque integral, que conciba la seguridad de manera amplia e interdisciplinar, a nivel nacional, europeo e internacional, puede responder a los complejos retos a que nos enfrentamos.”
La frase encierra la promesa de muchos cambios en todos los órdenes para adaptarse a la cambiante realidad que nos ha tocado vivir. Las Fuerzas Armadas están cada vez más plenamente integradas en el día a día de la sociedad y ésta en el cumplimiento de la misión de proporcionar seguridad tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Entendiendo la Globalización

(Publicado inicialmente el 8/oct/2010)


Llevamos ya unos años hablando de globalización. Sin embargo, el procesador de textos sigue subrayando la palabra cada vez que la escribo como desconocida. Lo cierto es que es posible que el procesador tenga razón y, por mucho que la utilicemos, sigamos sin saber a qué nos referimos con ella.
Desde que Levitt lo utilizara por primera vez en relación a la economía en "The Globalization of Markets" hace ya veinticinco años, su acepción ha cambiado mucho y se ha profundizado en su significado. Hoy, el debate está en su diferenciación con otro término que subraya el procesador, la mundialización. Vamos pues a intentar definir dos palabras que no existen pero sin las cuales no podemos construir un discurso coherente de lo que nos tenemos entre manos.
La mundialización es un proceso que hace que el Planeta Tierra sea cada vez más pequeño. Nuestra lista de amistades en Facebook o en Tweeter incluye gente de muchos países, culturas e idiomas. Un paseo por la frutería nos lleva hasta los huertos de medio mundo de donde provienen las piezas más exóticas que podamos imaginar. Ya no es temporada de alguna fruta o pescado, en algún lugar del mundo será momento y allá donde puedan pagarlo podrán disfrutar del mismo. Cualquier lugar donde posemos la vista nos devuelve etiquetas de "Made in" la mitad de los países del mundo. O debería, si realmente reflejase dónde han tenido lugar los procesos de fabricación de todos sus componentes. Las comunicaciones nos permiten operar financieramente en todos los mercados del mundo, comprar y vender a cualquier hora en cualquier plaza. El comercio y las finanzas son mundiales.
La globalización va mucho más allá. Bastante más allá. Para entenderla tenemos que añadir dimensiones a nuestro pensamiento. No nos vale con viajar por la superficie del Planeta y por el tiempo, tenemos que considerar los múltiples factores que afectan a cada uno de los actores en cada momento. El Planeta deja de tener una única superficie y pasa a convertirse, a nuestros ojos, en una cebolla con múltiples capas que reflejan las distintas realidades de cada porción según se superponen a ella. La globalización no es económica, o financiera, o comercial. Ni siquiera está limitada por las realidades tangibles sino que incluye factores culturales y religiosos, conciencias históricas y morales. La globalización es la enésima integral de todas las ciencias. El conocimiento supremo e inalcanzable de la realidad del mundo. Por global entendemos aquello que incluye todos los aspectos que afectan a cada actor y sus relaciones con cada uno de los otros. No existe nada realmente global, pero nuestra incapacidad para aprehenderlo, en el caso de que existiera, convierte ese matiz en intrascendente ya que, incluso lo que tiende en una medida muy limitada a la globalización, escapa a nuestra capacidad de comprensión y, desde luego, está muy lejos de ser práctico.
Por eso, con globalización solemos expresar la multiplicidad de relaciones que intervienen en una decisión, en un acto cualquiera, cuando se ve afectado por múltiples condicionantes que se extienden en todos los ámbitos, por toda la geografía y por adelante y por detrás en el tiempo. Por eso es imposible pretender determinar la dirección que tomará el futuro en una situación concreta. La maraña de relaciones que se establecen entre los actores y entre estos y sus condicionantes físicos y temporales oscurecen de tal manera nuestra visión del escenario que no nos permiten adivinar el porvenir.
De este modo, como de costumbre, simplificamos la situación hasta hacerla abordable. Limitamos el número de variables y de relaciones. Intentamos diferenciar entre lo fundamental y lo accesorio. Y, sobre todo, echamos mano del "sentido común", el menos científico pero el más práctico de los sentidos. Con estos mimbres hacemos un cesto que deja escapar el agua pero que mantiene dentro lo suficiente como para justificar su construcción. No obtenemos un punto porque nuestras limitadas líneas no se cruzan en un sólo lugar sino que obtenemos un área de probabilidad por donde se moverá el futuro, o varias líneas posibles de evolución.
La mundialización se expresa en un mapa, en un planisferio en el que relacionamos variables limitadas.
La globalización se expresa en un globo terráqueo con infinitas capas. En cada capa, cada punto de la superficie refleja una variable distinta: la económica, la cultural, la social, la militar, la deportiva,... de modo que sólo la suma de todos los datos de cada punto nos dan una visión real de cómo es el punto. Eso sigue sin servirnos para mucho ya que después tenemos que tener en cuenta las relaciones de cada uno de esos puntos con todos los demás.
El mayor peligro de la globalización es la paralización o ralentización de las decisiones por saturación. Cuando estábamos a punto de superar la "niebla" que Clausewitz situaba en la guerra - pero que afecta a los negocios o a cualquier otra actividad - y de ver más allá de la colina, como lo expresan otros, nos encontramos con que "los árboles no nos dejan ver el bosque".
Para comprender lo que implica el mundo global en el que nos movemos tenemos que emular la imagen del Hombre del Renacimiento. Muchas y muy diversas disciplinas se entremezclan para producir una sola imagen. Al final, se trata de un cuadro impresionista en el que cada una de ellas va dejando una pincelada pero que sólo se entiende cuando nos alejamos lo suficiente como para observar el conjunto, el efecto que provocan todas juntas. Ninguna de ellas produce una imagen con sentido por si misma. Las consecuencias, sin embargo, son todavía más interesantes. Las estamos empezando a vislumbrar en las generaciones más jóvenes que anuncian un cambio en los valores y en la forma de entender su propio identidad y de relacionarse con los demás.
La aplicación de las nuevas tecnologías a todos los aspectos de la vida en los países más desarrollados y su puesta al alcance de los jóvenes supone el verdadero descubrimiento de sus posibilidades. Aquellos que crecimos con unos paradigmas distintos aplicaremos éstos a las posibilidades que nos ofrecen estas nuevas herramientas. Para los más jóvenes, que han tenido un contacto "virginal" con lo digital, esto significa otra cosa. Igual que nuestra generación creció marcada por los primeros video-juegos, la de nuestros hijos lo hace bajo el signo de estas nuevas aplicaciones. Cuando nos enfrentamos a la misma realidad, las dos generaciones reaccionamos de forma muy distinta.
Las palabras clave, en algunos aspectos, para cada generación son "Game Over" y "Play Again?". En nuestro caso, aquellas máquinas en las que tenías que introducir tu paga semanal para disfrutar de algunas partidas condicionaron nuestro deseo de obtener lo máximo posible en un primer intento. Nos agolpábamos en torno a un jugador más pudiente para observar y aprender antes de arriesgar nuestra moneda en una partida con fecha de caducidad. Cuanto mayor era la habilidad del jugador, mayor la recompensa que obtenía en la duración de la partida. Se trataba de maximizar el beneficio. Para la nueva generación, cada partida empieza y termina cuando cada uno lo decide. No hay limitación en cuanto al número de partidas que puedes jugar una vez que eres el dueño del juego. De hecho, además de las "customizaciones" que te permite cada cartucho, internet te ofrece la posibilidad de aplicar tantas ventajas como quieras con solo añadir unos códigos. Nuestros hijos, en buena medida, se diseñan los juegos. La diferencia fundamental es que ellos no tienen porqué maximizar el placer obtenido en una partida al tener todas las que deseen. En realidad, lo que estimula su interés es conseguir llegar más lejos en el desarrollo del juego desechando aquellas partidas en las que han cometido algún error.
Otra diferencia fundamental procedente de los videojuegos es la interacción que se produce. Hace veinte o treinta años, cada jugador se enfrentaba de forma individual a la máquina. En el mejor de los casos, la computadora emulaba el comportamiento de otro jugador y permitía una cierta "interacción" forzada por un número limitado de respuestas. Los adolescentes actuales se enfrentan o interactuan con o contra miles de otros jugadores en línea. Las posibilidades son infinitas, la predictibilidad del juego casi nula. Donde nosotros estábamos acostumbrados a que, tras unas pocas partidas, conocíamos las reacciones de la máquina y podíamos contrarrestarlas, nuestros hijos pueden estar jugando toda la vida sin repetir dos veces la misma situación.
Un tercer aspecto de capital importancia es la inmediatez. Desde aquellos juegos cargados en cintas de audio que tardaban media hora en cargarse en el ordenador hasta los actuales en los que ni siquiera tienes que disponer de un disco duro porque juegas desde un servidor virtual apenas han pasado unos años. Sin embargo, las implicaciones son enormes. Nuestros hijos esperan que todo ocurra de forma instantánea. No entienden la demora producida por la búsqueda secuencial que implica abrir una enciclopedia para comprobar un dato. No esperan un mes para poder comprarse el último disco de su artista favorito. Todo está disponible en la red, todo es accesible, de forma más o menos legal, en el espacio virtual. De este modo, no sólo todo es mucho más rápido que hace unos años, sino que también el concepto de "todo" se ha ampliado exponencialmente. En nuestras enciclopedias no podíamos esperar encontrar cualquier dato ordenado del modo más conveniente a nuestro objetivo, ni suponíamos que fuera a estar la información más reciente, ni que pudiéramos utilizarla directamente para nuestro trabajo. Se trataba de realizar un largo proceso preparatorio previo a la elaboración de nuestro propio ejercicio. Para los adolescentes del siglo XXI todo eso ha quedado atrás. Mejor dicho, nunca ha ocurrido. Ni siquiera pueden imaginarse un mundo en el que no se pueda tener acceso en directo a cualquier acontecimiento, con la mayor precisión y con un análisis inmediato de sus repercusiones. Allá donde nosotros nos sentíamos afortunados por tener las herramientas listas para fabricar las armas para cazar la presa que pudiéramos cocinar para comer al día siguiente, nuestros hijos asumen que la comida debe estar parcialmente deglutida para su conveniencia en cualquier momento.
En absoluto se trata de que nuestra generación sea mejor o peor que la actual. Las reglas del juego han cambiado con las posibilidades que se nos ofrecen ahora. Ignorarlo es tan estúpido e inútil como la carga de caballería de los cosacos contra los panzer alemanes o la de los boxer chinos contra los occidentales. El mundo actual tiene muchas complicaciones y muchas ventajas. Los americanos tienden a llamarlo "retos y oportunidades". Están ahí para el que quiera y pueda aprovecharlas.
La Globalización no es, sin embargo, un fenómeno novedoso. En realidad viene ocurriendo desde siempre. El principal cambio que se ha operado en los últimos años es que las comunicaciones han acentuado enormemente el número y frecuencia de las interacciones y los avances científicos nos han permitido entender mucho mejor algunas de las relaciones que se producen.
Durante este verano de 2.010 tuvieron lugar una serie de inundaciones, en Pakistán y en China principalmente. Este fenómeno se repite todos los años con la llegada del monzón. SIn embargo, las consecuencias, este año, han sido particularmente graves tanto por la intensidad de las precipitaciones como por la virulencia de las mismas y su localización. Zonas a las que nunca llegaban los efectos de los vientos tropicales en toda su intensidad se han visto afectadas de lleno este año. Las causas hay que buscarlas en las capas altas de la atmósfera, por donde viaja la corriente del chorro, o jet stream. Esta corriente discurre por latitudes bastante elevadas y no suele tener repercusión sobre lo que acontece en los trópicos. Este verano su recorrido se vio alterado por un potente anticiclón situado, de forma anómala, en el centro de la llanura rusa. La presencia de las altas presiones no permitía el paso a los vientos en altura por su cauce habitual por lo que estos se desviaron hasta latitudes más bajas provocando las inundaciones y, a su vez, el desplazamiento de millones de personas, la muerte de miles de ellos y una catástrofe humanitaria de proporciones impresionantes.
Una de las consecuencias a corto plazo de las inundaciones es la pérdida de buena parte de la cosecha en las zonas afectadas. Habitualmente fértiles, estas áreas constituyen un granero importante para sus países y la pérdida de las cosechas viene a agravar el problema de alimentar a los millones de desplazados. No sólo hay que buscar alimentos, alojamiento, agua y medicinas para millones de refugiados sino que no podremos contar con los recursos que se venían produciendo en sus regiones de origen.
Hasta hace pocos años, la mayor parte de los refugiados con los que contábamos eran económicos. Grupos más o menos numerosos de individuos se desplazaban buscando mejorar sus condiciones de vida. Pequeñas comunidades se veían afectadas por cambios locales en las condiciones de habitabilidad y procedían a emigrar para asentarse en zonas más fértiles. Tribus, si acaso, enteras migraban con sus rebaños en función de las pequeñas variaciones estacionales o climatológicas más o menos permanentes. En total, para todo el mundo, contemplábamos migraciones de unos poco millones de personas que se repartían por todo el Planeta. El impacto, no obstante, era importante en según que zonas, tanto de partida como de acogida. Algunas regiones quedaban despobladas y, en ocasiones, improductivas; mientras que otras se veían superpobladas y corrían el riesgo de ser incapaces de sostener a las poblaciones autóctonas y a los recién llegados.
Uno de los aspectos que nos recuerdan los desplazamientos de este verano en el Sur de Asia es que las migraciones climatológicas se caracterizan por lo masivo de su número. Ya no estamos hablando de unos cientos o miles de personas cada vez. En este caso el desplazamiento fue de millones de personas que tuvieron que buscar refugio en áreas adyacentes. Claro está que, este verano, las inundaciones tuvieron un carácter temporal y la mayor parte de los desplazados volverán a su región de origen una vez se retiren las aguas. La región no volverá a conseguir la productividad pasada hasta dentro de unos años y las condiciones de vida empeorarán, si cabe, en todo el país por culpa de este fenómeno. Otra cosa sería si las inundaciones hubieran sido permanentes o fueran a repetirse cada seis meses o cada año. Después de varios intentos, la población terminaría por admitir que la región no es apta para vivir y se desplazaría definitivamente a otros lugares.
Cuando los fenómenos que se han producido durante este verano se repitan con una cierta frecuencia con esta o mayor intensidad, los desplazamientos de poblaciones enteras modificarán el mapa de los asentamientos humanos a un ritmo y con una intensidad sin precedentes.
Volvamos, en cualquier caso, a unos meses atrás. El mismo anticiclón que provocó el desvío de la corriente del chorro hacia latitudes más bajas, provocó una extrema sequía en otras regiones, en este caso de Rusia, por donde debería haber pasado y que, ante su ausencia, se volvieron anormalmente estables en esta época del año. La falta de lluvias en las estepas rusas vino acompañada de unas temperaturas de varios grados centígrados más de lo habitual, fruto del mismo fenómeno. La falta de agua y el exceso de calor originaron devastadores incendios que arruinaron buena parte de las cosechas de uno de los mayores exportadores mundiales de cereales, la Federación Rusa. Además de los problemas medioambientales y de salud que provocaron en Moscú y en otras ciudades, los incendios acabaron con el superavit cerealístico ruso. Incluso terminaron con parte del grano necesario para cubrir sus propias necesidades.
Para cuando el grano estaba listo para embarcarse con destino a los países compradores que lo estaban esperando para alimentar a sus poblaciones, el gobierno ruso dio orden de retener los envíos hasta estar seguros de que se podría alimentar a la propia población de la Federación. La mera sospecha de que el grano ruso pudiera no llegar a las lonjas hizo subir el precio del trigo en todos los mercados mundiales. A la pérdida de la cosecha por las inundaciones se sumaba la pérdida por los incendios. Real o no, la carestía hizo subir los precios de forma instantánea. Docenas de países hambrientos verían subir - sin comerlo, ni beberlo - la factura que pagan por los alimentos que importan. La incapacidad de algunos gobiernos para alimentar a su gente en África provocará que los que ya no tienen nada que perder emigren en busca de comida hacia países europeos o hacia otras zonas menos afectadas de sus propios países o regiones.
El pánico de los mercados está siendo, sin embargo, mucho menor que el ocurrido hace unos años respecto a los combustibles. Probablemente, la crisis financiera - que tiene una de sus causas, precisamente, en esa otra de los combustibles y el alimento - haya suavizado los efectos del problema. Sin embargo, en 2007, el continuo aumento del precio de los combustibles y la creciente presión por obtener energías más limpias que contribuyan en menor medida a generar gases de efecto invernadero, llevó a muchas compañías a invertir en biocombustibles.
Para obtener los mayores beneficios posibles, las compañías alquilaron o compraron terrenos en países donde estos estaban al mejor precio: Etiopía, Madagascar, Sudán,... y donde los sistemas de gobierno locales eran más fácilmente corruptibles. Grandes extensiones de terreno, ingentes cantidades de agua y mano de obra se pusieron al servicio de un planeta más limpio, de la obtención de una energía verde y de la mejora de la cuenta de resultados de las compañías responsables. Los efectos sobre el precio de los combustibles no llegaron a producirse. Las cantidades de biofuel aportadas en relación al total y el incesante incremento de la demanda - que era el verdadero acicate de la subida de precios - dejaron en nada la aportación extraordinaria de cientos de miles de hectáreas.
Aunque la repercusión en el precio de los combustibles no fue la esperada, la reacción del precio de los alimentos, privados de toda esa extensión de terreno y del agua correspondiente, si se vio afectada. Y mucho. Los precios de los cereales subieron vertiginosamente y con ellos los del resto de los alimentos. Cuando las personas tienen que decidir entre comer y otros "lujos", normalmente se deciden por comer a partir de un cierto umbral. Es evidente que te puedes privar de comer algunos caprichos o que puedes comer menos o peor para conseguir otros objetivos. Pero sólo hasta cierto punto. Alcanzado este umbral, muchas personas dejaron de consumir o de pagar sus recibos y sus hipotecas. Obviamente, el hecho de la subida de los precios de los alimentos no ocasionó la crisis financiera pero sí precipitó una situación que ya estaba en el filo de la navaja.
Hablar de las implicaciones globales que tuvo la crisis sería inabordable. Sin embargo, uno de los efectos que más repercusión van a tener en el futuro es el cambio de los modelos productivos. Unos países superaron la crisis mejor que otros, unos modelos resultaron más eficientes, unas políticas generaron más confianza que otras. El mundo no volverá a ser el mismo después de esta crisis. No porque haya sido una crisis especialmente virulenta, que no lo ha sido, sino porque viene acompañada de otros síntomas. Claro está que, para verlos, tenemos que tomar una cierta distancia y darnos cuenta de que el mundo tampoco volverá a ser el mismo tras el 11S y, probablemente - es pronto para evaluarlo - después del ataque del virus Stuxnext a las centrales nucleares iraníes. No se trata de cambios cuantitativos en sus respectivas esferas. Lo que estamos viviendo son cambios en la forma de entender las finanzas como no se había visto desde Bretton Woods, los atentados y el uso del terror y la violencia sin precedentes desde las bombas atómicas y el alcance del poder de la cybertecnología.
Cada uno de estos cambios no ha llegado solo ni podría enmarcarse en otro contexto que en el actual, en el que los demás cambios también ocurren. Los unos son consecuencia de los otros y su causa al mismo tiempo. La nueva forma de pensar conlleva una forma de actuar distinta de la anterior y coherente con las nuevas circunstancias y medios con los que contamos.
Esa es la globalización, ese es el mundo global en el que vivimos. Una nueva vuelta de rosca a nuestra capacidad para entender el mundo que nos rodea. Este año se ha vuelto a imponer, quién sabe si por última y definitiva vez, la tecnología 3D en las pantallas de nuestros cines. Como decíamos antes, el mundo actual ya no puede entenderse en dos dimensiones. Las comunicaciones no pueden ser bidireccionales sino múltiples.
Bienvenidos al mundo global.


So it's goodbye to my lady of the islands

(I borrow the title from Al Stewart's son in the album The year of the cat)

Neither the United Kingdom nor Russia have ever really been a part of Europe. Not that they do not have a huge influence over whatever happens in the Eurasian peninsula but they do not belong here. One cannot understand the history of Europe without the UK nor can you without taking into account all which came from the East, but they are both external influences to the core of the "Continent". The UK because they never really wanted to be a part of the same project, Russia because it always felt as though they wanted us to become a part of their empire. After Mr. Cameron's bid this week, Calais seems further form Dover than Boston is from Plymouth. As I always thought, Britain feels more attached to Washington than to Brussels. So be it. Ever since His or Her Gracious Majesty's Islands became a significant player they have been playing "divide and rule" with Europe proper. Contrary to what you may think if you have read the myriad of books concerning the Roman Empire and the British Isles, they were far from being significant at that time. In fact, the English Empire will go down in History especially because it was the last European Empire. That and the fact that most wars fought over the last hundred years - and, probably, many more to come - came as the result of their short-sighted, selfish policies towards their dominions. It was about time that Europe rejected London pretenses and preconditions. We had enough of negotiations between the UK and Europe under the preposterous assumption that they were in the same "order of magnitude". They wanted to have their own religion even if only to show the rest that they were of a different breed. They feel attached to the pound and to their obsolete non-metric systems. Uncomfortable as they are, they do not want to renounce them, not because they like their traditions but because that makes them feel different. They drive on the not-right side of the road and have their cars built differently so that there is no doubt to whom it belongs. Well. It worked for quite a while. I fear it will continue to work even after this false step but Europe showed today her resolve not to be bullied by the brits no more. Make French and German Official languages of the EU and you will need no more.


A much deeper change

For the better part of history we tended to solve problems that presented themselves. We had a tendency to react to the environment, to addapt to it. When in conflict, we relied on walls, trenches, armour so as to minimize the harm we received until we were able to mount a counter-attack. Our militaries dealt with neutralising the enemy's armed forces, our diplomats with countering our adversaries' diplomacy, our economy with outperforming our rivals'.
Many today are prepared to use the same paradigm for the next generation. Well, nor entirely, they are ready to incorporate cyber, UAVs, laser, nukes,... into the equation. Only they are foreseeing to do it in a conventional way. Our cyberdefenses have to be able to withstand their cyberattacks, our nukes have to be able to deter the enemy,...in case something happens.
The problem with that concept is globalisation.
Now, you're probably about to stop reading as here comes another post about the old topic of globalisation. I hope not. The problem with a global world is not just the butterfly effect in which anything happening accross the world may affect us. It is not even that the effects of that wing batting will take place immediatelly rather than in a delayed fashion. The real problem is that you can no longer run for cover. There is no longer anywhere to go, you could not hide, now you cannot even run. You need to stand your ground and survive the hit. In strategic terms, we no longer have strategic depth. While in WW1 you ceded ground so that you were in a better defensive position and in WW2 you could allow your troops to make a strategic retreat, WW3 will not allow neither the space nor the time for a counterattack.
All factors are so interlinked among them that a chain reaction will take place if you are infiltrated in any of them. There will be no walls to hide behind, there will be no orderly retreat. Space is not significant any more. It is not land that you seek, it is the wealth derived from it. Land is no good as a buffer zone (regardless what the Chinese think about Tibet or Xingjian) when your forces move at twice the speed of sound and your missiles travel even faster. Land is no good to produce resources unless you have the ability to make profit out of them. Ask Iran. You may have the land, when your currency shrinks by 80% in a few months, when you are kept out of the financial global markets, when you lose control of your media or your cyberspace, it is time to start reconsidering the value of your assets.
Time is of little consequence also. Buying time still means delaying action for days, weeks, even years. You'd rather start thinking in terms of seconds, miliseconds or nanoseconds. Think of how much it takes each individual letter to appear in your screen after you type it, that is what it takes any other order to be implemented in cyberspace. The change is much deeper than the introduction of automatic guns... and that was quite something.
So, how do you react to an attack today?
The short answer is you don't.
A somewhat more elaborated one is that you have to aim not to reacting but to shaping the reality so that it is the rest of the world who reacts to you. The juggler has more balls than ever in the air. Each with a different weight, shape and speed.
Come back for more on this.

Líderes

Los grandes logros no vienen de aquella gente que supo descubrir la forma de llegar hasta un sitio, sino de aquellos que sintieron la necesidad de encontrarlo y se plantearon su existencia. Lo difícil no es trazar el camino sino decidir a dónde se quiere llegar porque, como decía Séneca, "ningún viento es favorable para el que no sabe a dónde va". No necesitamos grandes líderes que nos digan cómo hacer las cosas. Para esa labor quedan otros. Los líderes que necesitamos son aquellos que nos definan qué cosas debemos hacer; cual es la meta. Puede parecer sencillo, pero no lo es. Es como una partida de ajedrez en la que los movimientos individuales tienen como única finalidad alcanzar una posición concreta de ventaja sobre el adversario. La dificultad de cada movimiento es, desde luego, difícilmente despreciable en la mayor parte de los casos. Sin embargo, puede llegar a convertirse en algo poco menos que mecánico en sí mismo. Puedo conseguir llegar a tal posición con una combinación de movimientos que, de alguna manera, condicionan los de mi rival. El mérito está, realmente, en que la posición alcanzada sea de verdadera ventaja para nosotros. Dicho de otra manera; las paladas de los remeros son lo que hace que la embarcación se mueva en última instancia. Las paladas son importantes porque, sin ellas, no se mueve nada. Aún así, la figura clave de la navegación es el timonel. Su pericia en mantener el rumbo es la que consigue que la boga sea efectiva; esto es, que sirva para lo que se ha previsto. Tan importante como es, el timonel no hace más que seguir las instrucciones del capitán del barco que es, a la postre, el que sabe dónde quiere llevar la embarcación. Hoy, el objetivo está claro. Sabemos el rumbo que tenemos que mantener. Por varias razones. Por un lado, porque tampoco tenemos tanto margen de maniobra a nivel nacional como para desviarnos significativamente de la ruta. Por otro, porque los peligros están tan claramente definidos que la dirección a seguir sólo puede ser aquella que nos aleje de ellos lo más rápidamente posible. No necesitamos, para esta travesía, a un gran capitán; hasta el último remero tiene razonablemente claro el peligro en que nos encontramos (aunque, desde su puesto de boga, tenga sólo una visión parcial del mismo) y la dirección general en la que encaminarse. Lo que hoy nos hace falta es un timonel que sepa mantener el rumbo firme. No necesariamente en la dirección que nos aleje del peligro por el camino más corto, pero sí por el más efectivo. Por el que mejor consiga el objetivo. Necesitamos que los timoneles que se nos asignen tengan la mano firme y la mente ágil para sortear los imprevistos que vayan surgiendo. Pero, puestos a pedir, ¿por qué no aprovechar las paladas para acercarnos a nuestros objetivos al tiempo que nos alejamos de los peligros? La talla de los grandes líderes se percibe en aquellos momentos en los que, acorralados y en desventaja, mostraron a sus timoneles un rumbo distinto del evidente para, en una sola maniobra, pasar de víctima a vencedor. Tenemos muchos ejemplos en la Historia de este tipo de liderazgo. Y los tenemos en todos los ámbitos de la vida; aunque aquí la metáfora parezca llevarnos al naval o al militar. Con eso, a la palada eficaz y al rumbo efectivo añadiremos la dirección eficiente. Necesitamos cambiar muchas cosas. Las paladas no han sido siempre lo potentes, rítmicas y acompasadas que debían. El viento a favor de nuestra integración económica en Europa y de una economía guiada por intereses financieros cortoplacistas nos ha llevado a descuidar nuestro propio esfuerzo y a confiar en los elementos. Se han buscado atajos, se ha pretendido acortar plazos sin dar tiempo al tiempo. El futuro está en un cambio de modelo, tanto productivo como laboral. Será más incómodo para muchos y supondrá retos periódicos de superación personal y profesional para alcanzar objetivos que, hasta ahora, considerábamos un derecho casi de nacimiento. Nuestro mundo maravilloso encerrado en las fronteras de Schengen o protegido por el muro de Río Grande nos ha llevado a atar los perros con longaniza y a pensar que era lo normal. Y a creer que el modelo era exportable a todo el mundo de forma simultanea. En ese "país multicolor" sobrevolábamos el rico néctar de las flores y nos bañábamos en la abundancia de un estado del bienestar que, como hombres y mujeres de un mundo desarrollado, considerábamos un derecho de cuna. Ni los suburbios de nuestras ciudades - en los que se arrinconaba todo aquel que no participaba del reparto de beneficios, ni, mucho menos, el 80% restante del Planeta tenían nada que ver con nosotros. No es que nuestro bienestar se basase en su pobreza y falta de capacidad de consumo, sino que justificábamos su estado miserable y proyectábamos nuestro modelo de vida para que, a través de sus parabólicas, se deleitasen con nuestro éxito. Si algo nos demuestra la Historia es que no todo el mundo puede estar "arriba". La desigualdad es la única forma de que unos pocos puedan considerar que "viven bien"; porque vivir "como los demás" no puede ser "vivir bien". Para que un occidental pueda llevar el ritmo de vida al que "tenemos derecho", muchos occidentales y muchísimos otros seres humanos tienen que sobrevivir a duras penas porque, si el esfuerzo de todos se compensase igual, jamás podríamos permitirnos el despilfarro en que vivimos. El "estado del bienestar" no es sólo una cuestión económica; es también una cuestión moral. Para seguir en el furgón delantero del tren de la Humanidad son necesarios dos requisitos y un tercero que les precede. Las medidas las tenemos que aplicar ahora; mejor ayer que hoy. Los requisitos son: 1. Ser conscientes de que el "tren de la Humanidad", como lo he llamado, tiene que tener continuidad y estar equilibrado. No podemos tener un vagón de primera clase y muchos de transporte de ganado. Necesitamos de una amplia clase media y de un cierto grado de igualdad social y económica. No hoy, ni mañana, pero sí como parte del objetivo. Ninguna medida que no disminuya las desigualdades a nivel mundial nos llevará en el sentido correcto. Podrá seguir engordando la burbuja, descompensando el fiel de la balanza en nuestro favor durante un tiempo; pero será nuestra ruina a largo plazo. 2. Fomentar el conocimiento y la innovación sostenible. En el mundo seguirá haciendo falta quién aporte su esfuerzo físico en la producción, necesitaremos de gestores que administren los sistemas de esa misma cadena productiva y, finalmente, será fundamental disponer de aquellos que diseñen esos sistemas y las estrategias que los hagan funcionar. Nuestro posicionamiento, tanto como individuos como en tanto que pueblos, acabará colocándonos en uno de los tres estamentos. Esto, obviamente, no es nuevo; pero quizás conviene recordarlo porque, si no somos de los que aportan su conocimiento y su capacidad de innovación, tendremos que amarrarnos al timón o encadenarnos a los remos.



Un mundo feliz


Los intentos de comprender el mundo actual, igual que los de describirlo, chocan con los esquemas cartesianos que tenemos la mayor parte de los occidentales. Pretendemos utilizar un sistema de estudio que nos permita encasillar los acontecimientos y extraer conclusiones de cada uno de ellos por separado para, sumándolos, llegar a un resultado que los englobe a todos. Es más, nuestra intención es siempre la de ir “atando cabos” en un esquema piramidal en el que cada nivel dé lugar al siguiente en una relación unívoca y directa.
Me temo que las cosas no funcionan así en el mundo real.
Nuestra secuencia de hechos y conclusiones, lineal y ordenada ella, nos puede proporcionar una sensación de tranquilidad por haber considerado todos los factores y por haber extraído de cada uno todo el jugo que era posible. Sin embargo, las parcelas estancas que consideramos para cada uno de ellos no lo son en realidad. Cada factor a cada nivel se ve influido e influye a su vez a todos y cada uno de los demás y su análisis aislado – si bien resulta mucho más atractivo visualmente – es absolutamente engañoso.
Una aproximación multidisciplinar a cualquier problema nos demostrará que, lo que para un economista tiene perfecto sentido, resulta tan contraproducente para un sociólogo o para un biólogo como la solución que éstos proponen lo es para aquel.
Esto ha sido siempre así, no nos engañemos. Sin embargo, la interdependencia que existe entre los parámetros de todos los actores – estatales o no – y el ritmo a que la misma se manifiesta hacen que, en la actualidad, la toma de decisiones deba tener en consideración muchos más aspectos que hace unos pocos años y sus consecuencias sean potencialmente más peligrosas que nunca.
La Globalización de la economía – pero también del medio ambiente, de las comunicaciones, de la seguridad y de casi cualquier otro aspecto – nos ha hecho perder Profundidad Estratégica y, con ella, margen de error en la toma de nuestras decisiones. La implicación más evidente es la necesidad de reforzar los mecanismos de Gobernanza Global en todos los aspectos de la sociedad para conseguir que las decisiones sean capaces de tener en cuenta el mayor número de aspectos de forma simultánea y que se vean lo menos mediatizadas por condicionantes de actores hegemónicos.
Intentaremos explicar a qué nos referimos con lo expresado en el párrafo anterior.
Lo limitado del alcance efectivo y real de imperios, reinos, naciones, empresas y demás actores durante la mayor parte de la historia ha permitido siempre disponer de una porción muy importante del Planeta a salvo de los potenciales efectos perniciosos del uso de dicho poder. Tomemos el Imperio Romano o el español – en el que “no se ponía el Sol” – como ejemplo. En cualquiera de los dos casos, la percepción que podían tener los ciudadanos de la época era que las decisiones adoptadas por estos actores iban a afectar a la totalidad del mundo conocido. Sin embargo, cabe hacer dos salvedades a este alcance. Por un lado, el mundo conocido distaba mucho de ser la totalidad del real; hasta hace relativamente pocos años no se ha conocido realmente la totalidad del Planeta. Además, incluso dentro del mundo que estaba, efectivamente, cartografiado, se ignoraba deliberadamente a una parte muy significativa del mismo, bien por prepotencia, bien por ignorancia, bien porque, realmente, fuera irrelevante políticamente.
Incluso a nivel local, las decisiones y los sistemas que se empleaban tenían un carácter marcadamente de clase y tendían a afectar a las relaciones entre aquellos ciudadanos que gozaban de un cierto estatus mientras que apenas si incidían en las vidas de la mayor parte de la población.
La caída de los imperios, su relevo por otros o su desmembramiento y reordenación de las piezas que los formaban daban lugar a realidades distintas porque una parte de la población o una parte del mundo se había mantenido al margen de los aciertos y de los errores cometidos por un sistema. Eso ha dejado, en muy buena parte, de ser así. En muchos casos sólo sobrevive una apariencia de diversidad – en muchos casos forzada – cada vez más sujeta a matices poco significativos.
Cuando hablamos del Consenso de Washington y del Consenso de Beijing como paradigmas contrapuestos lo hacemos con una perspectiva que tiene más de histórica que de económica. La incorporación de la República Popular China a la Organización Mundial del Comercio supuso un paso relevante en la fusión de ambos sistemas. Desde la introducción de las medidas aperturistas de Deng hace ya treinta años, cada año ha supuesto un paso más en la convergencia hacia un sistema mixto.
Como dos imanes del mismo polo, el movimiento hacia la derecha del sistema chino coincidió con un proceso de desregulación en Occidente – léase Estados Unidos – que pretendía reducir todavía más el papel del Estado. Por mucho que China se acercase al sistema occidental, Occidente se occidentalizaba cada vez más en beneficio de unas élites financieras.
La confluencia de la velocidad creciente del tránsito a una economía de mercado en el gigante asiático y la demostración de que el exceso de desregulación elimina a una clase media que es, precisamente, el motor de la sociedad de consumo nos lleva a un sistema en el que nos reconocemos – con matices, en algunos casos importantes – los europeos. El sistema resultante no puede ser otro que uno en el que el Estado tenga su cuota de control sobre la evolución de los mercados; ni tanta como en una economía dirigida, ni tan poca como en el sueño del Presidente Reagan.
¿Por qué es, entonces, Europa el “pagano” de la crisis actual si, razonablemente, su modelo es el más equilibrado? Evidentemente, porque Europa no es un sistema aislado como tampoco lo son ninguno de sus países. El paradigma europeo es válido si es universal, si la regulación que pretende establecer la cuota que le asigna al poder estatal dentro de su sistema de mercado puede aplicarse en todo ese mercado. La globalización de los mercados obliga, sin embargo, a Europa a jugar con unas reglas distintas a las de sus competidores.
El problema, según queríamos explicar, es que eso mismo sucede en cualquier otro lugar del mundo. China está tan atrapada en la espiral de acumulación de deuda norteamericana como los mismos Estados Unidos. Si buscamos otros casos veremos cómo es virtualmente imposible encontrar un actor relevante que escape a la tiranía de la Globalización.
Por lo tanto, hemos perdido la Profundidad Estratégica que nos proporcionaba la capacidad para recuperarnos de los errores apoyándonos en aquellos que no participasen de los mismos. Nos hemos quedado sin un punto de apoyo ajeno al sistema sobre el que apoyar la palanca que mueva al mundo y lo saque del problema en que se meta. El concepto de Profundidad Estratégica hacía referencia a la capacidad para perder terreno o recursos durante un tiempo y ser capaz de que el sistema – la Nación, la Coalición, la Empresa – se recuperase a tiempo de contraatacar y vencer la guerra.
Las decisiones de los grandes actores de hoy afectan a todos y arrastran a la totalidad del mundo hacia adelante o hacia atrás en función de que sean aciertos o errores. La miopía con que algunos países persiguen el beneficio singular y aislado basado en la presunta supremacía de su sistema, las políticas proteccionistas que otros aplican respecto de sus vecinos o las reacciones, en fin, de otros a las injusticias resultantes de los dos primeros casos debilitan el conjunto del sistema.
Los “juegos de suma cero” en que la ganancia de uno es pérdida del otro han dejado de funcionar en el mundo global por el mero hecho de que todos formamos parte del mismo sistema y, por lo tanto, el equilibrio está asegurado: el perjuicio de una de las partes acabará repercutiendo en todas las demás. Podemos estirar la cuerda y sacar partido a las ventajas competitivas que tengamos respecto de otros países en tanto en cuanto se mantenga un equilibrio suficiente que evite que entremos en conflicto con los demás y que nuestro beneficio sea tal que ocasione un perjuicio inaceptable a otra de las partes.
Si antes podíamos permitirnos el lujo de considerar irrelevante a determinado país o región, hoy tenemos que observar con mucha precaución cualquier acercamiento de uno de ellos a la situación de “Estado fallido” porque las implicaciones que tiene su mera existencia para nuestra seguridad global – y la de nuestra economía – es, ciertamente, muy relevante.
La falta de “Profundidad Estratégica” nos lleva a la necesidad de no equivocar nuestras decisiones porque éstas se basen en criterios del estilo de los que hemos visto. Los nacionalismos excluyentes no tienen cabida en el nuevo paradigma, pero tampoco la tienen los nacionalismos que, sin serlo, pretenden obtener un beneficio desproporcionado respecto de otros. Los peligros principales de las próximas décadas no van a venir de conflictos por recursos concretos sino por percepciones y por cuotas de relevancia mundial porque la tendencia imparable hacia un sistema de gobernanza global degenerará en una lucha por un “lugar en el sol” del nuevo sistema.
Resulta preocupante observar las trasnochadas actitudes de los viejos imperios ante la pérdida de su hegemonía. Lo que en el viejo sistema supondría un relevo en la cúspide mundial, en el nuevo supone una forma distinta de hacer negocios. La falta de comprensión de este aspecto tan importante puede dar lugar a la mayor de las catástrofes si los unos se empeñan en jugar con las viejas reglas y los otros en ignorarlas como cosa del pasado.
Tampoco es muy edificante observar cómo la desconfianza y las obsoletas pretensiones autárquicas de unos impiden el desarrollo de sus vecinos. Políticas proteccionistas e intervencionistas aplicadas por bloques poderosos están llevando a situaciones como las que hemos vivido a lo largo de todo 2.011 en el Norte de África. La falta de desarrollo no se soluciona asignando un 0,7% de la riqueza del Norte a “darle un pescado” al Sur para evitar que se muera de hambre y siga proporcionándonos los recursos que necesitamos para subvencionar industrias que serían más eficientes puestas directamente en sus manos.
El mundo sí es suficiente. Nos sobra mundo para todos; pero sólo si lo gobernamos como un mundo y no como un puzle de intereses contrapuestos. Igual que nuestra libertad termina donde empieza la del vecino, tenemos que comprender que nuestra prosperidad depende de la que tenga nuestro semejante; que no tendrá que ser igual a la nuestra ni crecer en la misma medida, pero deberá permitirle sentir que es capaz de ejercer su grado de libertad con dignidad.

Sangre, sudor y lágrimas


(Según publicado en 2011)
2010 ha resultado ser el año del vencimiento de las deudas en Europa. Si hace unas semanas muchos nos enterábamos de que Alemania terminaba de pagar la deuda contraída tras los Acuerdos de Versalles al final de la Primera Guerra Mundial, estos días hemos conocido que puede estar cerca el final de otra deuda, si bien no tan antigua, más famosa.
Pocas veces, en la historia de la Humanidad, tantos debieron tanto a tan pocos. Aparentemente, esos pocos son, ahora, poco menos que prescindibles a la luz de una miope y cortoplacista Política de Seguridad y Defensa que ignora tanto la historia como las necesidades del futuro. La publicación de la Revisión de la Estrategia de Seguridad y Defensa (SDSR) se ceba en la Royal Air Force, la RAF y, en similar medida, en la Royal Navy.
Curiosamente, hace todo esto manteniendo – y hasta subrayando – el rumbo que les ha llevado a tener que tomar estas drásticas decisiones. La obsesión casi enfermiza por que la Unión Jack ondee siempre junto a las barras y estrellas con espíritu legionario – con razón o sin ella – y a costa de olvidar su pertenencia geográfica, política e histórica a Europa, ha obligado al Reino Unido a llegar más allá de lo que podía, debía y le convenía.
Londres no ha entendido todavía que la estrategia que siguió desde Pitt con respecto al continente dejó de tener sentido hace un siglo. Se siente tan encantado consigo y los resultados obtenidos que sigue aplicándola en beneficio ajeno y a costa propia.
Si dos características positivas se podían atribuir tradicionalmente a los ingleses eran su pasión por (escribir y re-escribir) la Historia y por su espíritu práctico y visión a largo plazo en el planeamiento de sus actividades. En este caso, cabe esperar que la próxima versión de la Batalla de Inglaterra asigne el mérito de la defensa a la artillería antiaérea antes que a los pilotos de los Spitfire y Hurricane.
Parece increíble que, nueve años después de empezar la campaña de Afganistán, muchos no hayan extraído aún sus conclusiones y se empeñen en seguir vendiendo soluciones airosas y en generar fuerzas para combatir campañas similares. Cuando las menciones a Afganistán deberían estar confinadas al ámbito del General Petraeus y sus subordinados, a los briefings de Lecciones Aprendidas y a los libros de historia, algunos pretenden todavía que la industria de defensa – cuyos plazos entre la mesa de diseño y el campo de batalla son de décadas – busque soluciones a los problemas actuales.
Nadie gana en la SDSR. Todos pierden en alguna medida porque el recorte es brutal. Dentro del marco general de pérdida generalizada, el tono que se mantiene es de optimismo vacuo e irracional. Detrás de ideas innovadoras y acertadas están aplicaciones concretas torpes y retrógradas.
Una isla europea como es la Gran Bretaña debería tener mucho más claro cuál es su lugar en el mundo. La sexta potencia económica mundial no puede permitirse otorgar el papel protagonista a fuerzas de ocupación (terrestres), por muy desplegables que puedan ser. Primero porque su despliegue implica medios y modos de empleo distintos de los que utilizan esas mismas tropas y segundo, y principal, porque la proyección de los intereses de un país como el Reino Unido no puede defenderse desde el terreno sino con la presión que sólo una Armada o unas Fuerzas Aéreas potentes pueden proporcionar.
De este modo, la Pérfida Albión dejará, durante años, de mostrar su pabellón en el mástil de un portaaviones, sus submarinos verán prolongada su vida operativa y su capacidad para proyectar su influencia en el mundo se verá gravemente afectada. La orgullosa y altanera Gran Bretaña que presumió de enseñorearse de los Siete Mares durante siglos se ve constreñida a potencia naval de segundo orden (salvo por el mantenimiento en el mar de UN submarino nuclear en todo momento).
Una RAF disminuida y desmoralizada puede terminar incluso peor cuando se oyen rumores de su posible desaparición o absorción por otro servicio. Después de compartir sus aviones y helicópteros, podría pasar a integrarse completamente en el Army y la Navy. Aquellos “pocos” a los que “tanto” se debía han debido terminar de cobrar su deuda.

Eficiencia, productividad y liderazgo.
(Según publicado en octubre de 2010)

La crisis financiera cuyos flecos todavía padecemos ha despertado en nuestro país el interés por la productividad. El secreto para ser competitivos en un mundo globalizado y en el que se pretende desterrar el proteccionismo es conseguir hacer más con menos. La traducción simple que se ha leído en muchas ocasiones es que tenemos que trabajar más tiempo, más duro y exigir menos a cambio. El mensaje que ha permanecido oculto en otras tantas es que tenemos que trabajar sabiendo a dónde queremos llegar. El liderazgo es el timón que permite aprovechar el esfuerzo de los remeros dirigiendo el mismo en la dirección adecuada. El planteamiento que hay que hacerse en estos casos es si se está aprovechando del modo más eficiente el esfuerzo de los remeros para avanzar en una sola dirección y si esa dirección es, realmente, la que se quiere llevar.
Un liderazgo deficiente no es siempre fruto de un grupo de líderes poco adecuado. Muchas veces, excelentes profesionales conducen con gran eficiencia la nave que se les asigna, dirigen un equipo humano competente y dedicado y, a pesar de todo, contribuyen en muy poco al objetivo común al tener marcadas metas que no son coincidentes - o, al menos, convergentes - con las de la organización en su conjunto. La afirmación de que "un grupo sólo puede ser tan bueno como su líder" acaba por confirmarse según subimos escalones y llegamos a aquellos donde se diseña el conjunto de la organización.

Las circunstancias que la globalización impone en el método de trabajo de las organizaciones - estatales o no - implican un cambio en el paradigma que rige su funcionamiento. Las estructuras que responden a los nuevos modos de funcionamiento tienen que estar adaptadas a éstos. Las viejas pirámides jerarquizadas y rígidas que sirvieron hasta hace unos años son hoy un lastre que nos impide sacar el mayor partido al esfuerzo de los miembros del sistema. Un artículo reciente advertía sobre los peligros de las presentaciones informáticas y como nos condicionan en cuanto a los contenidos que queremos transmitir en tanto no se adapten a lo que permite mostrar el programa. Los corsés administrativos u organizativos nos afectan de un modo similar y nos obligan a dedicar una parte muy importante de nuestro esfuerzo a mover ruedas que giran en vacío y a mover palancas que sólo tienen una función interna y ningún efecto sobre el exterior.
Cuando el Ministerio de Defensa está todavía adaptándose - a regañadientes - al funcionamiento conjunto y a la integración de sus estructuras y esfuerzos, surge la necesidad de ir más allá en este camino y llevar a cabo un proceso similar al nivel de toda la Administración, o de buena parte de ella. La estanqueidad de los departamentos ministeriales es tan gravosa e ineficiente como lo era en su momento la que existía entre los tres Ejércitos. La acción del Estado debe dirigir todos los esfuerzos en la misma dirección evitando duplicar ni estos esfuerzos ni los medios en que se apoyan.
Uno de los efectos de la globalización es la extremada interrelación que hay entre las distintas facetas de cada problema. Hoy en día es imposible diferenciar de forma clara entre asuntos propios del Ministerio del Interior, del de Asuntos Exteriores, del de Defensa o de cualquiera de ellos con el de Economía, Medio Ambiente, Educación o Industria. La estructura que necesitamos desarrollar tiene que ser capaz de tener en cuenta los intereses de cada uno de ellos y las ventajas que pueden aportar a la solución del problema en cuestión. Pretender afrontar los retos actuales desde perspectivas individuales sin el concierto de todos los estamentos afectados conlleva aceptar una solución parcial e ineficiente. Ambas características niegan la bondad de la solución.


Planet Star Trek

(First published May 2010)

I am not a Trekky.
I do not know much about the movies and series. The few scenes I have watched did not draw my attention at all. I even might mix thing up with Galactica or Star Wars for that matter. I only kept a few ideas which now I believe can help me explain how I see the future of our Planet.
In a not so distant future our children - or, may be even ourselves - will look back in time and will be surprised to see how quick it all happened. I can picture the Enterprise (was it the name of the ship?) taking off and slowly gathering speed. Then, in due time, things begun to happen at an increasingly faster pace. History seems to have gathered that cruise speed in the last few years. And it is quite a challenge to catch up with it.
We have witnessed three crises in the last twenty years. We came from a relatively stable period which lasted 45 years in which not much happened. We had grown used to the Cold War and occasionally talking about aliens for a change. Almost a half century came and went without any significant revolution. 
Or didn't it?
Ecclesiastes 1:9: "...Nothing is new under the Sun" seemed to apply. Life was business as usual with huge consequences at stake but little chances of them materializing. Life was not perfect but it was comfortable. And then, some burocrat in Eastern Europe let The Wall fall. As if a dam collapsing all of a sudden, Armageddon spread without prior notice. I was old enough to realize how wonderful the world would be from then on. Our only concern was no more. Our neighbors from across the Iron Curtain would be happy as they would rejoin and rejoice with us in our perfect world. The North and the West would continue to be where the needle points and we would clean our consciences scrapping, every other year, the outer layer of filth which covered the rest.
We took a break after the first quarter of the game, went to the locker room and came back to the game ready to enjoy our superiority. Our team, like the L.A. Lakers, donned purple and gold and was ready to keep scoring at will. As we jumped to the court, a wide smile on our faces, we realized that the rules and the name of the game were different. The problem was that the coach was not ready for the change and we made a few mistakes even if we were still far better equipped.
The Balkans and Iraq were players we were not familiar with. Sure, we beat them both, but fouled the World in the process. Our veteran Point Guard, Europe, was out of its depth and had to rely on the muscle of our big man. Our Center, huge-muscled America, dunked at will so we all built our team around him and mimicked - as much as we could - his movements.
During the next quarter, we focused our attention inside the Court and forgot to look and the bench. We were so dominant that we did not care who else was preparing to join the game later on. When Osama - who had just jumped in - scored a three pointer after having missed all former shots we should have called a time-out. But we did not. We had the best team and were ready to use it. So we charged again. Blindly. We scored, indeed, but at a price. Our Center was now exhausted and our Point Guard was as clueless as he had ever be.
That is when we realized that all our scoring was off-side and had accounted for little, if anything at all. The change in the rules had gone unnoticed to us. We were comfortably playing a game while the crowd was yelling and warning us that we either scored in our own goal or failed to make the goal count.
The writing was on the wall and showed a different picture of that we wished to see. Then, we were showed a yellow card. The last warning; foul again and you're outta here. Our purple faded and our gold was stolen by the Lehman Brothers. Exhausted and clueless, we saw other players joint the game. Swift and humble or kinetic and arrogant they came and demanded that the rules be changed again. We had hardly noticed the former change and we were made play with another set of rules which we did not like nor were used to.
We still hold a few points advantage over the rest. But we no longer own the court nor set the rules. We can either take our Gold Leader and Purple Leader (I know this one's from Star Wars IV) and fight the Death Star or realize that in such a crowded court we can no longer play in two different teams and join forces and board the Enterprise. We can still wear our badges and flags in our sleeves, but we will need to understand that the ship has to forget about competition and set on cooperation instead.
That is something we are not going to like. The European concept of a Perfect World in which the Big Brother will take care of you is outdated. Other peoples are claiming that they have also rights and that one of then is living to the standards that we do. We do not necessarily have to share what we have but, if we don't, we have to be ready to defend our lifestyle and to assume that our happiness means that others will have to work for us. In the global world we can no longer hide the misery of "the others" and pretend they don't exist.


Juegos de poder

(Publicado en agosto de 2010)

Desde el final de la Guerra Fría, Estados Unidos tuvo que revisar su estrategia mundial. Ya no se trataba de contener a un enemigo conocido sino de asegurar el liderazgo mundial. Los “halcones” Republicanos – que llegarían a los aledaños de la Casa Blanca bajo George W. Bush – diseñaron la estrategia basándose, sabiéndolo o no, en los mismos principios que inspiraron al Imperio de Su Graciosa Majestad durante siglos.
El “divide et impera” romano sigue siendo válido hoy en día. Lo lleva siendo toda la historia y no ha perdido un ápice de vigencia. Sólo varían las formas en función de quién lo practica. El mayor o menor grado de implicación personal en los conflictos que se generan y la mayor o menor permanencia de los intereses y los aliados son los matices que varían.
Hoy, Estados Unidos está empeñado en mantener su supremacía mundial, no basándose en méritos propios como ha ocurrido durante décadas, sino procurando evitar los méritos de los demás. En lugar de enfrentar a Francia y Alemania, o a España y Francia, Estados Unidos busca enfrentar a China e India, a la Asean y a China, a árabes y a persas. Todo con el objetivo de que ninguna potencia levante la cabeza muy por encima de las demás y llegue a acercarse a su potencial. Si el precio es la guerra continua e incluso la negación del mismo sistema de derechos que busca defender, que así sea. En algún punto del camino, los americanos se transformaron en ese político que ha dejado de buscar el poder para llevar a cabo sus proyectos según sus ideas para buscar las ideas que le permitan mantenerse en el poder.
En este momento, los amigos y aliados lo son en tanto favorecen el equilibrio que pretende mantener y su sacrificio es algo perfectamente aceptable si de ello se deriva beneficio para el Imperio. Los peones son prescindibles, pero no antes de que rindan el último sacrificio de comprarme los medios para contribuir a mis fines.
A ese juego, con mayor o menor gracia, pueden jugar todos. China lo juega con Pakistán respecto a India y esta última con Afganistán respecto al anterior. La principal diferencia no es lo que se hace sino cómo se vende. El control de los medios, la complicidad de las voces que se hacen oir, el poder del lenguaje y del idioma; todo se pone en marcha con el último fin de envolver la verdad en las gasas adecuadas.
El mundo actual ha dejado atrás el cinismo de César: “La mujer del César no sólo tiene que ser decente, sino que aparentarlo”. Hoy, la mujer del César sólo tiene que controlar la información que le llega al mundo para obtener la decencia haga lo que haga.
Estados Unidos está jugando la misma partida en el tablero mundial que jugó el Reino Unido en el europeo: el equilibrio inestable dentro de casa para que yo pueda mangonear desde fuera. A los ingleses les salió bien desde Pitt hasta la I Guerra Mundial. ¿Qué ocurrirá cuando a los americanos se les vaya de las manos?

No comments: